7 de octubre de 2005

Borrachera

En 1625, una expedición procedente de Gran Bretaña tenía como destino atracar en la bahía de Cádiz.
El ejército estaba compuesto por personas que eran cualquier cosa menos soladados. Muchos de ellos no tenían ningún tipo de preparación ni disciplina. Los barcos en los que viajaban eran antiguos buques remodelados, algunos incluso civiles. Las municiones no eran válidas para las armas, la comida no muy abundante, no había cuerdas de repuesto, etc.

Al llegar a El Puntal (un fuerte en la bahía), se vieron obligados a caminar a pie.
Durante un día los soldados estuvieron caminando soportando el calor de la zona, agravado por el ambiente salino. No se sabe bien el porqué, pero iban con las mochilas vacías, cosa que desconocían los mandos.
El comandante Wimbledon, al mando de la expedición, se enteró que en una casa cercana había vino. Cuando empezaron los soldados a quejarse del hambre y la sed, decidió repartir una barrica de vino a cada regimiento. El resultado os lo podéis esperar: una noche caótica.
A los soldados, con hambre y mucha sed, no tardó en hacerles efecto el alcohol. Los soldados perdieron el control y arramblaron con la bodega. No había disciplina. Miles de soldados borrachos entre los que imperaba la ley del más fuerte. Si un oficial intentaba frenarlos, le amenazaban con abrir fuego.
Ante esta situación Wimbledon se vió obligado a verter el vino al suelo. Tras esto, su guardia tuvo que abrir fuego para frenar a la masa descontrolada (y enfadada). Esa noche pocos oficiales durmieron.
A la mañana siguiente, viendo que eran incapaces de proseguir la expedición (y no solo por el vino, sino por otros problemas sobre los que no me voy a extender), dieron la vuelta y embarcaron rumbo a Gran Bretaña.

Así acabó una noche de juerga en el sur de España. ;D

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